Friday, July 26, 2013

Discours d'Evo Morales devant les chefs d'état de l'Union Européen.


Aquí pues yo,  Evo Morales,  he venido a encontrar a los que celebran el encuentro.  Aquí pues yo,  descendiente de los que poblaron la América hace cuarenta mil años,  he venido a encontrar a los que la encontraron hace sólo quinientos años.
Aquí pues,  nos encontramos todos.  Sabemos lo que somos,  y  es bastante.  Nunca tendremos otra cosa.
El hermano aduanero europeo me pide papel escrito,  con visa para poder descubrir a los que me descubrieron.  El hermano usurero europeo me pide el pago de una deuda contraída por Judas,  a  quien nunca  autoricé  a  venderme. 
El hermano leguleyo europeo me explica  que toda deuda se paga con intereses,  aunque sea vendiendo seres humanos  y  países enteros, sin pedirles consentimiento.  
Yo los voy descubriendo…
También yo puedo reclamar pagos y también puedo reclamar intereses. Consta en el Archivo de Indias,  papel  sobre  papel,  recibo sobre  recibo,  y  firma  sobre  firma,  que solamente entre los años 1503 y 1660,  llegaron a Sanlúcar de Barrameda,  185 mil kilos de oro  y  16 millones de kilos de plata,  provenientes de América. 
¿Saqueo?  ¡No lo creería yo!  Porque sería pensar que los hermanos cristianos  faltaron  a  su  Séptimo Mandamiento.
¿Expoliación?  ¡Guárdeme Tanatzin de figurarme que los europeos, -como Caín-,  matan  y  niegan la sangre de su hermano!
¿Genocidio? ¡Eso sería dar crédito a calumniadores, como Bartolomé de las Casas,  que califican al ‘encuentro’ como de destrucción de las Indias,  o  a  ultrosos  como  Arturo  Uslar  Pietri, quien afirmó que el arranque del capitalismo  y  la actual civilización europea  se deben a la inundación de metales preciosos!
¡Nooo!  Esos 185 mil kilos de oro  y  16 millones de kilos de plata deben ser considerados como el primero de muchos otros préstamos ‘amigables’ de América,  destinados al desarrollo de Europa.  Lo contrario sería presumir la existencia de crímenes de guerra,  lo que daría derecho no sólo a exigir la devolución inmediata,  sino  la indemnización  por  daños  y  perjuicios.
Yo,  Evo Morales,  prefiero pensar en la menos ofensiva de estas hipótesis. 
Tan fabulosa exportación de capitales no fueron más que el inicio de un plan  ‘MARSHALLTESUMA”,  para garantizar la reconstrucción de la bárbara Europa,  arruinada por sus deplorables guerras contra los musulmanes, los cultos musulmanes  creadores del álgebra,  la poligamia,  el  baño  cotidiano  y  otros logros  superiores  de  la civilización.
Por eso,  al celebrar el Quinto Centenario del Empréstito,  podremos preguntarnos: ¿Han hecho los hermanos europeos un uso racional, responsable,  o por lo menos,  productivo,  de los fondos tan generosamente adelantados por el Fondo Indoamericano Internacional ?  Deploramos  decir  que  no.
En lo estratégico,  lo dilapidaron en las batallas de Lepanto,  en ‘armadas invencibles’,  en terceros reichs  y  otras formas de exterminio mutuo,  sin otro destino que terminar ocupados por las tropas gringas de la OTAN,  como en Panamá,  pero sin canal.
En lo financiero,  han sido incapaces,  después de una moratoria de 500 años,  tanto de cancelar el capital y sus intereses,  cuanto de independizarse de las rentas líquidas,  las materias primas  y  la energía barata que les exporta  y  provee todo el Tercer Mundo.
Este deplorable cuadro  corrobora la afirmación de Milton Friedman según la cual una economía subsidiada jamás puede funcionar  y  nos obliga a reclamarles,  para su propio bien,  el pago del capital  y  los intereses que  -tan generosamente-,  hemos demorado  todos  estos siglos  en  cobrar.
Al decir esto,  aclaramos que no nos rebajaremos a cobrarles a nuestro hermanos europeos las viles  y  sanguinarias tasas del  20  y  hasta el 30 por ciento de interés,  que los hermanos europeos le cobran a los pueblos del Tercer Mundo.  Nos limitaremos a exigir la devolución de los metales preciosos adelantados,  más el módico interés fijo del 10 por ciento,  acumulado solo durante los últimos 300 años,  con 200 años de gracia.
Sobre esta base,  y  aplicando la fórmula europea del interés compuesto,  informamos a los descubridores,  que nos deben como primer pago de su deuda,  una masa de 185 mil kilos de oro  y  16 millones de plata,  ambas cifras elevadas a la potencia de 300.  Es decir,  un número para cuya expresión total,  serían necesarias más de 300 cifras,  y  que supera ampliamente el peso total del planeta Tierra.
Muy pesadas son esas moles de oro  y  plata.  ¿Cuánto pesarían, calculadas en sangre ? 
Aducir que Europa,  en medio milenio,  no ha podido generar riquezas suficientes para cancelar ese módico interés,  sería tanto como admitir su absoluto fracaso financiero  y/o  la demencial irracionalidad de los supuestos del capitalismo.
Tales cuestiones metafísicas,  desde luego,  no nos inquietan a los indoamericanos. 
Pero sí exigimos la firma de una  ‘Carta de Intención’  que discipline a los pueblos deudores del Viejo Continente,  y  que los obligue a cumplir su compromiso,  mediante una pronta privatización  o  reconversión de Europa,  que les permita entregárnosla entera, como  primer  pago  de la deuda  histórica.

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